viernes, 18 de junio de 2010

22. ¿Quieres cubitos con tu bebida?

Si uno no está motivado de antemano, observar el cielo nocturno es un rollo. A ver, piénsalo. Uno sale de noche sin luces que lo deslumbren alejado de la ciudad, con un poco (o un mucho) de frío. Montas el telescopio a oscuras, sudando para transportar el tubo, el trípode y los contrapesos. Orientas el telescopio para que apunte a la polar y así siga el movimiento de las estrellas durante la noche. Espera, empieza a lloviznar. Recojamos deprisa. Vaya, parece que ha parado. Volvamos a montar. Mira, ahora sí que ha despejado. Pero se ven cuatro estrellas en un cielo naranja. ¿Apuntamos a ese planeta? Venga. Ostras, no lo encuentro. Déjame a mi. A ver si yo apunto mejor. Ya está. Mira. ¡Pues yo sólo veo un punto!

Las estrellas miradas por un telescopio siguen siendo un punto, aunque un poco más brillantes. Las nebulosas y planetas necesitan atmósferas muy límpias y utilizar los aumentos adecuados. E incluso así lo más probable es que sólo veas un punto gordo o una manchita debilucha.

Así que la observación del cielo requiere utilizar un poco la imaginación para ver aquello que ya has visto en fotografías por internet a todo color y con muchos aumentos.

Pero hay un par o tres objetos en el cielo que no defraudan a casi nadie. Mi lista particular de estos tres objetos podrían ser la Luna, Saturno y Júpiter, por ese orden. La Luna es evidente. Incluso sin telescopio ya te podrías quedar mirándola durante horas (o minutos si eres un humano normal). En cuanto a los planetas es curioso que haya puesto a Saturno antes que a Júpiter, teniendo en cuenta que Júpiter es el planeta mayor del Sistema Solar y que además está más cerca. La explicación está en los anillos de Saturno.

Comparación del tamaño de Saturno con el de la Tierra.

Recuerdo que cuando miré Saturno por primera vez con un telescopio creí que alguien había pintado Saturno en el ocular del telescopio para gastarme una broma. Se veía perfectamente el anillo alrededor de Saturno que siempre había visto en las fotografías de Saturno y, además, algunos satélites alineados con ese anillo que casi podías ver orbitando a su alrededor. ¡Qué bonito!

Galileo fue, nuevamente, el primero en observar Saturno con un telescopio y lo dibujó como una redonda con dos orejas pegadas.

Dibujos hechos por Galileo en la primera observación de Saturno con un telescopio.

Esas dos orejas eran el anillo de Saturno, pero como su telescopio no tenía mucha resolución ni tampoco se esperaba ver ningún anillo alrededor de Saturno, pues él lo interpretó como dos lunas de Saturno (debían de ser dos lunas enormes para tener el tamaño que dibujó). Pero lo mejor de todo fue que tiempo después, Galileo observó de nuevo Saturno y ya no vio más aquellas dos enormes lunas en Saturno. ¿Qué había pasado? Pues simplemente que la inclinación del anillo de Saturno respecto a la Tierra había cambiado y ahora lo veía de perfil.



La inclinación de los anillos de Saturno cambia con el tiempo.

El anillo de Saturno son, de hecho, varios anillos, formados por muchas partículas de agua helada (o sea, hielo) y no ningún objeto sólido. Estas partículas de hielo pueden ser de varios tamaños (de micrómetros a metros).

Estructura de los anillos de Saturno.

Desde la Tierra es relativamente fácil ver que en los anillos hay regiones vacías (por ejemplo la división de Cassini, que separa el anillo A y el B. Los anillos C, D, E y F son más difíciles de apreciar. Estos huecos en los anillos se creía que estaban relacionados con lugares donde las órbitas no eran estables y las partículas que se encontraban allí migraban hacia afuera o hacia adentro dejando estos huecos en el anillo. Pero ahora se cree que la interacción con la magnetosfera tiene que influir también en la presencia de estas divisiones entre anillos.

En 2009, el telescopio espacial infrarrojo Spitzer descubrió otro anillo en Saturno, mucho más grande que los otros, que lo convierte en el anillo más grande del Sistema Solar. Desde luego, Saturno se ha ganado a pulso el título de 'El Señor de los Anillos'.

Anillo descubierto en Saturno por Spitzer en 2009.


Por cierto, ¿sabíais que los anillos de Saturno estan envueltos de una atmósfera de oxígeno? Yo cuando me enteré me quedé de piedra. ¿Atmosfera en los anillos? ¿Y de oxígeno nada más y nada menos? Ya me imagino a los astronautas recogiendo hielo para sus bebidas en el anillo de Saturno y sin necesidad de bombonas de oxígeno, sino respirando el de la propia atmósfera de sus futuros cubitos de hielo. ¡Alucinante! Pues sí, resulta que el agua helada con la ayuda de la luz del Sol se descompone en hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno, al ser ligero se escapa al espacio, pero el oxígeno permanece formando esta ténue atmósfera de la que hablaba.


Pero en cuanto a atmósferas, ésta no es la única sorpresa que Saturno nos tiene preparada. Uno de sus satélites, Titán, es el único satélite del Sistema Solar con una atmósfera importante. Y además se trata de una atmósfera de metano muy similar a la que se cree que hubo en la Tierra primitiva en la época en la que se formó la vida. La existencia de esta atmósfera la detectó en 1908 un astrónomo catalán que, como yo, estudió en la Universidad de Barcelona, llamado Josep Comas i Solà.

Pues como decía, observar Saturno con un telescopio merece la pena si tenéis la ocasión de hacerlo. La visión de sus anillos es maravillosa. Vistos desde su superfície deben ser espectaculares. ¿Os imagináis que la Tierra tuviera anillos también? Ver monumentos como la Sagrada família o la Torre Eiffel con esos anillos en el cielo brillante durante día y noche debe ser espectacular.




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