viernes, 14 de febrero de 2014

27. Un asunto muy grave

Una lectora de este blog (Sònia Sala) me ha enviado un correo pidiéndome que intente explicar a su hijo de 5 años, porqué "en la Luna se vuela y en la Tierra no". Es decir, explicar la gravedad. No sé si lo lograré, pero acepto el reto y lo intentaré con esta entrada. Ya me comentaréis si creéis que lo he logrado o no. ¡Allá vamos!





Mi amigo Isaac y yo estábamos el otro día paseando por el parque que hay cerca de nuestro cole. Le llamamos "el parque verde" porque hay mucho césped, plantas y árboles (incluso hay un estanque con patitos muy guay). Es como si hubieran metido un trocito de campo dentro de la ciudad. Es muy chulo.

Isaac es un poco vago y se cansa en seguida, así que al poco de entrar en el parque ya me estaba pidiendo que nos sentáramos en el césped para descansar y tomar el fresco un rato. Isaac vio un árbol muy grande que daba mucha sombra y corrió hacia él y se sentó apoyándose en el tronco. Pues bien, resulta que al apoyarse en el árbol, una manzana que había en el árbol se cayó y le dio de lleno en la cabeza.




Después de quejarse un rato del daño que se había hecho con la manzana, Isaac me dijo:

- ¡Jo! ¿Porqué me tiene que pasar esto siempre a mi? Siempre se me cae todo.
- Es que eres un poco torpe. - le contesté yo.
- Ya, pero ¿por qué se tiene que caer todo para abajo? El otro día estaba tomándome un vaso de leche, se me resbaló de las manos y se cayó al suelo, rompiéndose todo. ¡Mi madre me echó una bronca!





- Pues tu madre cuando se enfada da miedo...
- Y yo no había hecho nada. Yo no lancé el vaso al suelo. Simplemente se me escurrió y cayó él solito. Algo invisible me lo sacó de las manos y lo tiró al suelo, pero yo no fui.
- ¿Le dijiste eso a tu madre? ¿Que algo invisible te lo había quitado de las manos?
- ¡Pero es verdad! Las cosas normalmente no se mueven solas. Por ejemplo, me pedí un coche teledirigido, pero mis padres no me hicieron caso y me compraron un coche normal. Para que se mueva lo tengo que empujar o mover yo, no se mueve sólo. En cambio si suelto un vaso de leche, él solito se va para abajo.




- El coche si lo dejas caer también se va para abajo.
- Bueno, pues eso. Para abajo sí, pero para arriba o los lados, nada de nada.
- Hombre, pues dicho así tienes razón. Hay algo invisible que lo tira todo para abajo. Debe ser lo que mi padre llama "gravedad".
¿Pero la gravedad no es eso de los planetas y la Luna?
- ¡Pero si la Luna no se cae!
- Debe ser porque da vueltas alrededor de la Tierra.





- ¿¡Cómo!? ¿Que no se cae porque da vueltas a la Tierra?
- Si. Por ejemplo, cuando me tiras una pelota no cae sólo para abajo, a tus pies, sino que se acerca a mi, porque la has empujado. Imagina que me la pasaras muy fuerte. Pues entonces la pelota pasaría de largo.
- A lo mejor si te la tirara muy muy fuerte la pelota no caería nunca...
- Como la Luna.



- Bueno, más bien estaría cayendo para siempre.
- ¿Y los astronautas?
- ¿Que pasa con ellos?
- ¿Por qué flotan? ¿También caen para siempre?
- Supongo, porque también dan vueltas a la Tierra y hacen esas fotos tan chulas.







- Pero los astronautas de la Luna dan saltos muy grandes y parece que vuelan, pero no flotan para siempre, sino que también caen, pero más despacio.




- Lo que pasa es que la Luna es más pequeña que la Tierra y no atrae con tanta fuerza las cosas. En la Luna las cosas caen más despacito. Imagina que ponemos una pelota que pese mucho en una sábana. Esta pelota será la Tierra que es grande. La sábana se deformará. 





Cuando pongamos una canica más pequeña en la sábana, ésta caerá hacia la pelota pesada. Pero si la pelota no pesara tanto (como la Luna), entonces a lo mejor la canica no se entera que hay una pelota y no cae (o no cae tan rápido). Por eso los astronautas caen más despacio, porque la Luna es más pequeña.




- O sea, que los planetas más pesados tienen más fuerza para hacer caer las cosas hacia ellos.
- Me parece que sí.
- Claro. Y el Sol, como es todavía más grande que la Tierra, pues por eso damos vueltas a su alrededor.




- No sé. A mí sí que me empieza a dar vueltas la cabeza.
- Pues anda que a mí, que todavía me duele el golpe de la manzana...
- Anda, vamos a tu casa y se lo decimos a tu madre, a ver si te cura y de paso nos da algo para merendar.