viernes, 15 de enero de 2010

1. La contaminación lumínica

Siempre me ha parecido muy curioso que alguien como yo, que ha crecido en la ciudad, haya podido desarrollar algún tipo de interés por la astronomia.
Las grandes ciudades, al ir creciendo y modernizándose han ido poniendo más luces en sus calles. Caminando de noche por la ciudad puedes incluso llegar a creer que es de dia: Si se te cae una moneda al suelo, no te preocupes, seguro que la podrás encontrar aunque sea de noche. Si has quedado con un amigo y lo estás esperando, puedes perfectamente ponerte a leer un libro en la calle para pasar el rato. Si haces turismo de noche y quieres ver una iglesia muy bonita que hay en la ciudad, tampoco te preocupes, seguro que estarán iluminados cada uno de sus ladrillos, ofreciéndonos una vista maravillosa y evocadora de la época en la que se construyó (aunque es curioso que en la época en que se construyó, a estas horas esa iglesia no podría haber evocado nada parecido). Preocúpate más bien si vas a ver un partido de fútbol al estadio o si eres de los que les gusta contemplar los carteles publicitarios de noche. Es posible que debas incluso ponerte gafas de sol si no quieres acabar deslumbrado.
Así pues, ¡Qué bien! Vivimos en una sociedad tan moderna que ya no es necesario acabar nuestra actividad cuando al Sol le dé la gana irse a dormir, sino cuando nosotros queramos. Nosotros decidimos, no la naturaleza. Perfecto. Y llega un momento en el que nosotros decidimos acabar la jornada. Tarde o temprano necesitaremos dormir.
Si queremos dormir una siesta durante el dia, tenemos que cerrar las persianas bien si no queremos que un inoportuno rayo de Sol nos deslumbre y nos impida dormir el necesario sueño reparador. Pues bien, hemos llegado a un punto en el que también de noche es necesario cerrar las persianas en algunos hogares si no queremos tener la habitación iluminada con las luces de la calle o con los letreros parpadeantes de neón (como si de una pelicula policíaca en blanco y negro se tratase).
Cierre las persianas. Incluso si es verano y hace mucho calor. Cierre las persiana y encienda el aire acondicionado. Así podrá dormir. Y no se queje tanto que más difícil lo tiene quién no tiene persianas, o por ejemplo los animales urbanos que duermen al raso y a los que cada vez les es más difícil reconocer si es de día o de noche.
Por ejemplo, hay un tipo de polillas que sólo se reproducen de noche, y cada vez están más desorientadas sobre cuando es de noche y cuando no. Así que mucho deberán luchar estas polillas para no acabar extintas porque el ser humano necesita leer a las 3 de la mañana un panfleto en el que dice que si vas a tal o cual local te regalan dos chupitos gratis (información que, por otro lado, quizás también sea crucial para la reproducción del humano que lo lee, ¡quién sabe!).
No hablaré de lo costoso y contaminante que es producir tal cantidad de energía para producir toda esa iluminación nocturna. Oye, si es necesario producirla, ¡pues se produce! ¡No vamos a andarnos con chiquitas! Porque es necesario, ¿verdad? No me creo que gastemos tanto esfuerzo en producir toda esa energía si no fuese necesario.
¿Habéis visto alguna vez alguna imagen desde el espacio de nuestro planeta de noche?


Europe at Night. Courtesy: DMSP and NASA.


De noche, desde tan arriba, se pueden reconocer perfectamente donde están las
ciudades. Son esos puntos iluminados. Nos podemos preguntar para que se ha generado la luz que vemos desde tan arriba. ¿Queremos iluminar el satélite que nos está haciendo la foto, por si no encuentra las pilas de recambio? Toda esa luz, no está iluminando nada en las calles. Es luz que estamos enviando directamente hacia arriba, al espacio. Es luz que estamos generando de más, innecesaria. Iluminamos edificios de abajo a arriba, utilizamos farolas que envían luz hacia abajo, a las calles, pero también hacia arriba, al cielo. ¿Para qué? Y si generáramos menos luz pero la enfocáramos donde se necesita, ¿no gastaríamos bastante menos?
Y tras todas estas vueltas que he dado, llego por fín al punto donde quería llegar
realmente. La luz enviada hacia arriba de forma ineficiente tiene otro efecto. Esta luz rebota, se dispersa en la atmósfera y parte de esa luz vuelve a llegarnos a la superfície de nuevo. De forma que todo el cielo parece brillar. Vemos el cielo en las ciudades completamente naranja. Y no es que las nubes sean naranjas, sino que naranjas son las luces de las autopistas y de las calles que no iluminan las autopistas o las calles, sino simplemente las nubes.
No hace falta que os diga cómo cambia esto el aspecto del cielo de noche. Basta mirar hacia arriba en la ciudad o en el campo un día despejado y comprobar que en el campo se ven muchas más estrellas (cada vez menos de todas formas, pues desde las afueras de las ciudades, aún se ve la burbuja de luz que producen las ciudades haciendo que el cielo en el campo cada vez brille también más y más).
Pues bien, yo me he pasado toda la infancia mirando al cielo y viendo simplemente uno o dos puntitos brillantes en el cielo y por suerte, la Luna, que brilla mucho y aún se puede ver con todo su esplendor. Entonces si para mí el cielo es simplemente una capa naranja ¿por qué he acabado dedicándome a la astronomía? ¿De dónde viene mi afición?

3 comentarios:

  1. Me ha encantado!! Me gustaría poder leer más...a ver si te animas a continuar esta historia tan interesante!!

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  2. Todo el mundo sabe que las luces naranjas son producidas por radiaciones electroplasmaticas de los marcianos que nos intentan escanear el cerebro a distancia para abducirnos. Yo ya hace tiempo que construí mi propio casco protector para evitar que me lean la mente. Te recomiendo este enlace para fabricartelo tu mismo:
    http://zapatopi.net/afdb/build.html

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  3. Queremos más posts!!!!!

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